Historia de un Prisionero

Lejos de casa, con miedo a todo, en un país diferente, hacia un futuro incierto. Allí estaba yo, intentando cruzar  las vanas promesas que el norte me hizo soñar.

Estando en la ciudad de México, intentando llegar a Estados Unidos la policía de ese país me detiene, porque era un indocumentado centroamericano, buscado el sueño americano, me llevan a un centro carcelario muy grande. Siempre he pensado que los mexicanos son muy malos, será por que mi experiencia con ellos no han sido de lo mejor.

En esta ocasión el oficial encargado de mi me dio mucha confianza, pensé que iba a ser muy enojado y con mucha discriminación, pero fue todo lo contrario, al llegar la hora  de entrar a una celda me dice que me va a llevar a un paseo dentro de la cárcel para que yo escogiera cual celda me gustaba.
Imagínense ¿cual me podría gustar? No se si era sarcasmo, pero en ese momento no quería entrar a ninguna, nunca antes había estado en una, y nunca me imagine estar dando un recorrido como si fuera entrar a comprar algo en un centro comercial y ver cual tienda me gustaría más. Pero en esta ocasión no era para comprar algo, sino para entrar a una de mis peores pesadillas.

En fin, no me decidía cual escoger, en cada celda había personas,  y que por su aspecto físico no me daban esa conformidad que necesitaba en ese momento. Después de dar un par de vueltas a la cárcel el oficial se desespero y decidiendo a mi suerte escogió una celda.

Nunca había estado en una, así que no sabía qué esperar, no sabía qué hacer. Entrando veo que hay dos presos más, de igual manera había una litera con tres camas, a mi me asignaron la tercera de abajo hacia arriba. Sumiso, con temor y mucha tristeza, entré al mundo más silencioso, solitario y peligroso en el que había estado.

Estando allí e ignorante de como funcionaba este nuevo mundo, uno de los presos que estaban ahí dice: es hora del café,  (a mi me habían dado un vaso y un plato...) entonces me piden mi vaso y según yo realmente era hora del "café" pero no; me lleve una gran sorpresa ya que el preso que tomo mi vaso, orino en el; según yo me iba a obligar a que me lo tomara, pero gracias que no paso eso, pero estando acostado en mi cama, que era de cemento por cierto, tira el vaso hacia el techo y me cae en el cuerpo.
No podía hacer nada, tenia temor de que me pasara algo. En eso suena un timbre el cual era señal de que la hora del almuerzo llegaba. Estaba esperando ese momento desde ya hace un día, porque no había comido nada y estaba realmente muy hambriento. Los oficiales empiezan abrir las celdas, era un ruido constante de las celdas abriéndose y por un motivo que en ese momento no entendía los presos salían efusivamente, corrían sin importar que pasaba ni a quien lastimaban en el transcurso de la celda a donde repartían la comida. Entre mi mente dije: porque me voy a matar en ir a recibir mi comida, mejor salgo tranquilo y de igual forma voy a comer.

Estando ya en la fila, siendo uno de los últimos me percate de que cada persona que estaba ordenada en la fila se aferraba a la siguiente persona.Ya les habían dando comida a la mitad de los presos, cuando sale el cocinero a decir que ya no había comida. Que frustrante oír tan mala noticia, no había comido desde el día anterior, estaba muy débil y sin poder probar nada.

Ahí me di cuenta de que esa era la razón del porque los presos corrían hacía la comida, era una situación de vida o muerte en la selva que era  esta  cárcel. Para la siguiente ora de comida ya sabía que hacer. Solo suena la alarma y el típico sonido de las celdas abriéndose y salgo corriendo, creo que era el que más necesitaba probar un poco de alimento, esta vez fui uno de los primeros en la fila, estando ahí uno de los presos me dice que me agarre fuerte al del frente ya que los presos que se quedan de último tratan de sacar a las personas de la fila, esa era la razón del porque esas filas parecían olas en  la cárcel, olas que lo único que querían eran atrapar peces para satisfacer las necesidades de las personas que por alguno u otro motivo vivían en esta ciudad llena de sueños y temores.

Mi estadía en esta cárcel fueron apenas tres días, los tres días más largos de mi vida. Me di cuenta que existen mundos dentro de nuestros mundo, que existen realidades que uno nunca piensa que puedan existir, la dinámica social de una cárcel no se compara con la vida cotidiana de la sociedad civil libre. Así que debemos estar agradecidos ahí donde estamos, donde Dios nos ha puesto, tal vez no sea el lugar que prefiramos, pero recuerda que estas libre y que puedes hacer grandes cosas que beneficien a otras personas y que te den felicidad...Esta historia es una adaptación de una historia real, que nos hace reflexionar sobre las distintas dinámicas sociales que pueden existir dentro de una sociedad y de lo dichosos que somos estando ahí donde estamos.

                                                                        NEKO


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